Martes, 29 de Julio de 2014 – De
Kuala Lumpur a Perhentian.
A las 10:40 sale el avión desde la
nueva terminal del KLIA (KLIA2). Es nueva y muuuuuuuy grande. Pero que muuuuuy
grande. Nos enteramos de que por no hacer el web checkin con AirAsia, hay que
pagar 10 ringgits por persona. Al más puro estilo Ryanair.
Vuelta por aquí y vuelta por allá,
embarcamos, una hora de vuelo y nada más salir ya tenemos las maletas. Justo al
lado de las cintas hay un mostrador para contratar taxis. 78 ringgits a Kuala
Bessut, una hora y 10 o así. El hombre, conductor de toda la vida por estas
tierras: saliendo en tercera, adelantando por los arcenes, arrimándose a los
coches a dos centímetros, corriendo todo lo que podía… lo típico.
El paisaje, también el típico:
vegetación a ambos lados de la carretera interrumpida por casas y casas. Vacas,
ovejas, bueyes, un mono (sí, tengo el radar de monos encendido), cabras,
puestos de sandías….
Llegamos a la oficina del Coral
View. Ahí nos dan unos papeles, nos indican cómo coger la barca, y nos piden
que esperemos. Entran dos mujeres alemanas. Mismo procedimiento.
Al poco llega un hombre con una moto
y sidecar-carreta. Monta las maletas y nos dice que le sigamos hasta el puerto.
Asi que ahí va, el hombre en la moto
y el resto en procesión detrás caminando. Llegamos al puerto, pagamos las tasas de entrada
al parque marino (5 RM por persona) y después de unos momentos de desconcierto
(dónde vamos? En qué barca subimos? Y las maletas?) nos mandan bajar por una
escalerilla de piedra para montar en una barca con una lona por techo y 6
bancos atravesándola de lado a lado. Colocan todas las maletas en la parte
delantera de la barca, el barquero va detrás, nos piden que nos pongamos los
chalecos salvavidas….y viento en popa a todo motor.
Sorprendentemente, y aunque el
capitán/barquero lo intentara arduamente, llegamos a un punto intermedio entre
las dos islas sin que se cayera ninguna maleta y ningún pasajero.
Y
es ese momento en el que pregunta que si alguien va al hotel
Watercolours. Una familia dice que ellos van. Y aparece una minibarca de la
nada, a la que lanzan sus maletas y les piden que salten. Mis ojos como platos,
no pensaba yo que a los que íbamos al Coral View, que éramos unas 8 personas, nos
fueran a hacer eso. Equivocada que estaba.
Viene una barca (una tabla casi,
porque no levantaba medio metro del agua), pasan las maletas, pasan a 6
personas y nos acercan hasta la orilla. Orilla relativa. De esa que te mojas
hasta las rodillas cuando bajas. Así que, quítate los playeros, calcetines,
remanga pantalones, pon a salvo la mochila, las maletas… y mantén el
equilibrio, porque como bajen dos personas del mismo lado de la barca, vuelca.
Llegamos a recepción y hacemos el
check in. Habitacion Deluxe Garden 327. La segunda mejor del resort. Me
gustaría ver la peor.
No puedo decir si la habitación está
sucia o si tiene bichos, porque no se ve, sea lo que sea. Es una cabañita con
un hall con dos sillones y una mesita, y luego la habitación con la cama. Un
tocador con espejo y el único enchufe de la cabaña, y el baño: ducha, wc y
minilavabo en el mismo suelo. Te duchas y se lava todo.
Lo mejor es el porche, con dos
sillones, y al fondo el mar (tercera línea de cabañas la nuestra).
Dado que eran más de las 14, fuimos
al restaurante a comer. Por 22 RM, un arroz malasio (típico arroz frito con
vegetales y un huevo frito), noodles y agua. De lujo.
Y a la cabaña al ritual del
ventilador, antimosquitos, etc.
Por la tarde, un poco de porche en
la cabaña, y a prepararnos para ir a darnos un baño. Y justo cuando vamos a
salir… está lloviendo! Qué hacemos?? Vamos, no vamos…. “Va venga, ve tú que
tienes más ganas, y si hay algún pececillo interesante me avisas y entro”. Ni
dos minutos tardó en avisar, así que al agua. Madre mia, cantidad de peces!!!
Pero pero…. Son DEMASIADOS!
Me siento intimidada, no me atrevo ni a moverme, no
sea que vaya a pegar una patada o brazada a alguno y se enfade conmigo…
Se les escucha muchísimo además
morder el coral, es como si masticaran cristales. Y son enormes!
Después de la primera incursión en
la vida marina local, toca ducha y arreglarse un poco para bajar a cenar algo.
A las 19 es de noche ya, así que no hay mucho que hacer.
Nos quedamos en el restaurante
del Coral View tomando algo; la barbacoa de los peces recién pescados no nos
llama mucho la atención y tenemos algo de embutido. Cena hecha, en el porche,
con el mar de fondo. Lujazo.
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