Sábado, 20 de Agosto de 2016: Kyoto

Menuda noche.

Yo no sé si ha sido por el jet lag o qué, pero he estado despierta desde las doce y media hasta las tres y media de la mañana. Vamos, que no he dormido ni seis horas en total. Y soy de esas personas que necesitan 7 para ser persona... pero bueno, "será que dormí mucho en el avión", pienso.

Salimos algo más tarde de lo previsto porque pierdo algo de tiempo intentando ponerme de nuevo el yukata. Es imposible. Bueno, a ver, sí, podría haber salido con él puesto a la calle... pero mal puesto. Así que al final me decido por ropa normal (y bien que hice... si tengo que caminar toda la mañana con el yukata y esas sandalias de madera, no paso del primer templo).



Así que a las 9 estamos en la parada de buses de Kawaramachi Sanjo para coger el bus 59 que nos llevará en algo menos de 40 minutos hasta el templo de Ryoanji.

Los buses ya sabéis: se sube por la puerta de detrás, y cuando vas a salir pagas, o, en su defecto, compráis el pase de un día entero por 500 yenes (cada trayecto son 230 yenes, así que compensa en cuanto coges tres autobuses). "All day pass" le decís al conductor, y no os entenderá. Pero bueno. "Pass one day", "city bus pass", "all day", 500 yen pass"... vais probando hasta que os de una tarjetita que hay que sellar en la máquina sólo la primera vez, y hecho (el resto de veces la enseñáis al bajar, por el lado por el que está la fecha).



Templo Ryoan-ji


Llegamos al templo Ryoan-ji, que abre de 8 a 17. Nos cuesta 500 yenes la entrada (casi 5 euros).



Reconstruido en 1499 y adquirido en 1450 por Hosokawa Katsumto para usar como centro de instrucción zen, lo más conocido es el jardín de rocas.

Este jardín rectangular de 25x10 metros dicen que es diferente a cualquier otro jardín porque no hay árboles: sólo quince rocas y la gravilla usada en el suelo.



No me dice absolutamente nada.

Hay también un estanque en el que, según dice la información, hasta hace unos años había patos, que ya no hay.

En la isla Bentejima, en medio del lago, hay un pabellón pequeño, en el cual se puede ver una imagen de Sarasvati.


Templo en la isla

Damos un paseo y nos vamos al siguiente templo, a ver si nos sorprende un poco más.

Como hace mucho calor y yo ya salí cansada de casa, esperamos en la parada de bus (saliendo del templo, a la izquierda, en esa misma acera) hasta que llega el 59 que nos deja en la puerta de Rokuonji. Se puede ir andando, se tardarán unos 25 minutos, pero es cuesta arriba y el "paisaje" (que no es más que una carretera) no merece la pena.


Templo Kinkaku-ji


Visitamos ahora el templo Rokuon-ji, aunque si os hablo mejor del pabellón dorado, o Kinkaku, seguro que os suena más.



Este pabellón dorado contiene reliquias de Buda, y forma parte del templo zen de Rokuon-ji.

Aunque fue construido en 1397, entre guerras y fuegos se ha destruido varias veces. La estructura actual data de 1955. Periódicamente reparan las capas doradas y en 2003 reconstruyeron el techo.

Por cierto que en el tejado se puede ver un fenghuan chino, un pájaro mitológico, mezcla de golondrina, serpiente, tortuga, oca, ciervo y pez. Simboliza la unión del ying y el yang.



Contaré más datos de construcción y diferentes pabellones más adelante, en algún otro post.

Llegamos al templo, que estaba lleeeeeeno de turistas, y pagamos los 400 yenes que cuesta la entrada por persona. Simplemente hay que seguir a la marea, y, nada más entrar al templo, te encuentras a un policía (o director de tráfico) que te desvía al pequeño área desde donde se están disparando unas 10 fotos por segundo al pabellón dorado.



Todos los que llegamos entramos ahí, hacemos las fotos y salimos por detrás del guardia para continuar el recorrido indicado en el mapa.

En tres cuartos de hora está el templo visto.





Templo Ginkaku-ji


Salimos del templo y vamos en busca de un bus. No se coge en las paradas que están en esta misma calle, sino que al salir hay que caminar recto y, en la segunda calle a la izquierda, pasan los buses que llevan a Gingakuji. Nosotros subimos en el 204.

En poco más de media hora, llegamos a la parada de Gingakuji. "Llegamos", más bien, porque nos toca caminar más de 10 minutos, siendo las 12 y media del mediodía, bajo un sol abrasador y sin nada de viento.

Este templo zen de 1482 es más de lo mismo. Yoshimasa dedicó casi toda su vida a construir este templo. Se supone que quería haber construido un pabellón como el dorado, pero habiéndolo cubierto de plata. Pero al final no lo recubrió.



Tiene un jardín zen con gravilla bonito y pequeño, una explanada también "zen" con arena (ginshadan), y está situado en un bosque muy bonito también.



En el recorrido hay que subir por un estrecho caminillo varias escaleras, desde las que se tienen buenas vistas del templo.



Yo pensé que moría deshidratada, porque decidimos entrar en el templo para comprar agua en las zonas de descanso que estábamos viendo que tenían siempre al lado de los baños (bancos, sombra, agua y lavarme la cara), y en este no vendían bebidas.

De allí cogimos un bus hacia Gion, para ir al apartamento a comer algo que cogimos en un 7-eleven. Teníamos que volver porque aún no habíamos devuelto el yukata, así que comimos, cogimos el yukata y fuimos a la tienda a devolverlo. Y de Gion, un bus hasta Kiyomizudera.


Templo Kiyomizudera


Por cierto, que la parada de bus es la de Gojo-zaka. Yo me emocioné al llegar a una que se llamaba como el templo, Kiyomizudera, y nos bajamos en esa, aun sabiendo que la que recomienda todo el mundo es la siguiente. Error nuestro.



El camino hasta el templo se hace bastante cuesta arriba porque es una graaaaaan cuesta. Tomároslo con calma. Además... ¿he dicho que hay un montón de turistas?.

Llegamos y pagamos 400 yenes por persona por entrar.

No me voy a repetir sobre la gran romería que es Kyoto estos días, así que pongo una foto.


Estábamos totalmente solos

El templo es el que más me gustó de todos los que vimos ese día. Bonito, fotogénico, bien integrado.

Además, desde la pagoda de tres pisos que está a la derecha del plano, se tienen unas vistas preciosas del resto del templo. Y más aún al atardecer.



Este templo se conoce como el templo del agua. Se construye alrededor de la cascada Otowa y toma su nombre de la pureza de sus aguas. Hay por tanto una zona en la que la cascada cae por tres chorros diferentes en los que la gente hace cola para beber.



Fuimos saliendo del templo, que ya estaban cerrando, y bajamos por las dos cuestas que salen a mano derecha, ninenzaka y sannenzaka. Todo lleno de tiendecillas o restaurantes, como cualquier zona mínimamente turística de Kyoto.



Yo cada vez estaba más cansada, así que cancelamos el plan de ir caminando a Gion y cogimos un bus al punto más cercano a nuestro apartamento.

Qué día más largo para ser el primero... al menos espero descansar mejor hoy.
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