Del viaje a India de 2016 hay aún dos lugares de los que, aunque visitamos, aún no he escrito.
Uno de ellos es Mumbai, caótica ciudad, en el peor sentido de la palabra, que me hizo entender a la gente que dice "a mi India no me gusta". Creo que, 7 meses después, aún no he puesto en orden las impresiones que me generaron esas 30 horas allí.
El otro destino fue Jaipur. Jaipur ha sido creo que lo mejor del viaje. Cierto es que ha tenido un componente emocional y personal muy grande, pero es el lugar en el que he podido descubrir esa India que la gente ama (la gente que no comenzó viaje por Mumbai ;) )
Jaipur reúne todas esas características de las que todo el mundo habla al volver de India: palacios, fuertes, mucha gente, regateos, tiendas, coloridos saris, atascos... una mezcla que satura todos tus sentidos pero en la que irremediablemente te ves atrapada.
No olvidemos que cuando llegamos a Jaipur, llevábamos ya 14 días de India sureña a nuestras espaldas...
La primera toma de contacto con la ciudad fue un enorme atasco provocado por el embotellamiento que se forma al entrar en la ciudad amurallada. De unos 10 carriles indios (es decir, sin orden ni concierto), se pasan a 3. Imaginaros el caos.
Es curioso sin embargo como, si aquí en España una situación igual me habría producido hastío y posiblemente mal humor, allí me permitió pasar más tiempo pegada al cristal del coche observando todo, como si de una película se tratara.
Tras un rato largo, conseguimos acceder al centro de Jaipur, y, como no, nuestra primera parada fue el Palacio de los Vientos.
Esa fachada de arenisca roja te traslada irremediablemente a un pasado no tan lejano (fue construido hace poco más de 200 años), y, en lo que cruzas a la acera de enfrente a hacer la foto de rigor, poco cuesta imaginarse a las mujeres del maharaja observando sin ser vistas a través de esas diminutas ventanas de celosía.
Aunque esto es simplemente un aperitivo de lo que íbamos a ver a continuación: el Fuerte Amber.
"¿Un fuerte? Será por falta de castillos en España...".
Ay, ¡qué malo es juzgar sin saber!
Nunca, jamás, me habría imaginado que "ese" fuerte, del que había visto fotos y había leído información durante las múltiples veces que preparé mi viaje a India, me fuera a impresionar tanto.
"Hala, ¿¿¿eso es el fuerte???".
Desde la ventanilla del coche veía un palacio amurallado inmenso, construido en lo alto de un monte.
El coche nos llevó hasta la puerta del palacio. El patio donde se compran las entradas (Jaleb Chowk) es enorme.
A la derecha de las escaleras que conducen al interior del palacio hay un pequeño templo tallado en mármol, dedicado a la diosa Shilla, en el que no se pueden hacer fotos.
Atravesamos otra enorme puerta para aparecer en un nuevo patio, que alberga una sala de audiencias públicas bajo largas hileras de columnas.
Cada lugar al que miro contiene una pintura, un grabado, un detalle que me hace quedarme sin palabras.
Pero aunque llevamos ya 20 minutos, aún queda tiempo para seguir asombrándome.
Tras pasar bajo la puerta de Ganesh Pol (la del elefante), llegamos a otro patio ajardinado, Sukh Mandir.
No sé ni por dónde empezar. Los paneles informativos están numerados (para las audioguías), pero a partir de ese momento me es imposible seguir un orden.
Quiero entrar por todas las puertas, subir por todas las escaleras, ver qué hay dentro de cada estancia... y cada vez que entro en una, me doy cuenta de que hay otras 5 más por las que aún no he pasado.
Visito las habitaciones de las familias reales, los baños turcos, las letrinas (que hay más de 100 en el palacio, y con agua fría y caliente!), la sala del consejo real, la zenana (zona para las mujeres: la planta baja para las princesas y la superior para las concubinas)...
...subo a las terrazas intentando no perderme entre los numerosos pasillos internos, disfrutando de cada momento, de lo que estoy descubriendo, como si fuera Indiana Jones.
Es imposible cerrar la boca ante el Sheesh Mahal, un pabellón adornado con miles de teselas de espejo, que reflejan el más mínimo rayo de luz que llega a él. No es únicamente bonito, sino también útil: durante la noche se podía alumbrar con una única vela.
Llevamos más de una hora en el palacio, y al final hemos tenido que apretar el paso por falta de tiempo.
De vuelta a casa hacemos una breve parada para ver el palacio Jal Mahal, en medio del lago.
Me quedan muchos "puntos turísticos" en Jaipur por conocer aún. Esto ha sido sólo una muestra de lo que me espera en el Rajastán. De hecho, ha sido la confirmación de que India me gusta, me compensa y de que volveré muchas más veces.
Aún me quedan tres días más en Jaipur, aunque estos no serán de turismo. Pero eso... para otro post.
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Uno de ellos es Mumbai, caótica ciudad, en el peor sentido de la palabra, que me hizo entender a la gente que dice "a mi India no me gusta". Creo que, 7 meses después, aún no he puesto en orden las impresiones que me generaron esas 30 horas allí.
El otro destino fue Jaipur. Jaipur ha sido creo que lo mejor del viaje. Cierto es que ha tenido un componente emocional y personal muy grande, pero es el lugar en el que he podido descubrir esa India que la gente ama (la gente que no comenzó viaje por Mumbai ;) )
Jaipur reúne todas esas características de las que todo el mundo habla al volver de India: palacios, fuertes, mucha gente, regateos, tiendas, coloridos saris, atascos... una mezcla que satura todos tus sentidos pero en la que irremediablemente te ves atrapada.
No olvidemos que cuando llegamos a Jaipur, llevábamos ya 14 días de India sureña a nuestras espaldas...
La primera toma de contacto con la ciudad fue un enorme atasco provocado por el embotellamiento que se forma al entrar en la ciudad amurallada. De unos 10 carriles indios (es decir, sin orden ni concierto), se pasan a 3. Imaginaros el caos.
Es curioso sin embargo como, si aquí en España una situación igual me habría producido hastío y posiblemente mal humor, allí me permitió pasar más tiempo pegada al cristal del coche observando todo, como si de una película se tratara.
Tras un rato largo, conseguimos acceder al centro de Jaipur, y, como no, nuestra primera parada fue el Palacio de los Vientos.
Esa fachada de arenisca roja te traslada irremediablemente a un pasado no tan lejano (fue construido hace poco más de 200 años), y, en lo que cruzas a la acera de enfrente a hacer la foto de rigor, poco cuesta imaginarse a las mujeres del maharaja observando sin ser vistas a través de esas diminutas ventanas de celosía.
Aunque esto es simplemente un aperitivo de lo que íbamos a ver a continuación: el Fuerte Amber.
Vista desde el Fuerte Amber |
"¿Un fuerte? Será por falta de castillos en España...".
Ay, ¡qué malo es juzgar sin saber!
Nunca, jamás, me habría imaginado que "ese" fuerte, del que había visto fotos y había leído información durante las múltiples veces que preparé mi viaje a India, me fuera a impresionar tanto.
"Hala, ¿¿¿eso es el fuerte???".
Desde la ventanilla del coche veía un palacio amurallado inmenso, construido en lo alto de un monte.
El coche nos llevó hasta la puerta del palacio. El patio donde se compran las entradas (Jaleb Chowk) es enorme.
A la derecha de las escaleras que conducen al interior del palacio hay un pequeño templo tallado en mármol, dedicado a la diosa Shilla, en el que no se pueden hacer fotos.
Atravesamos otra enorme puerta para aparecer en un nuevo patio, que alberga una sala de audiencias públicas bajo largas hileras de columnas.
Cada lugar al que miro contiene una pintura, un grabado, un detalle que me hace quedarme sin palabras.
Pero aunque llevamos ya 20 minutos, aún queda tiempo para seguir asombrándome.
Tras pasar bajo la puerta de Ganesh Pol (la del elefante), llegamos a otro patio ajardinado, Sukh Mandir.
No sé ni por dónde empezar. Los paneles informativos están numerados (para las audioguías), pero a partir de ese momento me es imposible seguir un orden.
Quiero entrar por todas las puertas, subir por todas las escaleras, ver qué hay dentro de cada estancia... y cada vez que entro en una, me doy cuenta de que hay otras 5 más por las que aún no he pasado.
Visito las habitaciones de las familias reales, los baños turcos, las letrinas (que hay más de 100 en el palacio, y con agua fría y caliente!), la sala del consejo real, la zenana (zona para las mujeres: la planta baja para las princesas y la superior para las concubinas)...
...subo a las terrazas intentando no perderme entre los numerosos pasillos internos, disfrutando de cada momento, de lo que estoy descubriendo, como si fuera Indiana Jones.
Es imposible cerrar la boca ante el Sheesh Mahal, un pabellón adornado con miles de teselas de espejo, que reflejan el más mínimo rayo de luz que llega a él. No es únicamente bonito, sino también útil: durante la noche se podía alumbrar con una única vela.
Llevamos más de una hora en el palacio, y al final hemos tenido que apretar el paso por falta de tiempo.
De vuelta a casa hacemos una breve parada para ver el palacio Jal Mahal, en medio del lago.
Me quedan muchos "puntos turísticos" en Jaipur por conocer aún. Esto ha sido sólo una muestra de lo que me espera en el Rajastán. De hecho, ha sido la confirmación de que India me gusta, me compensa y de que volveré muchas más veces.
Aún me quedan tres días más en Jaipur, aunque estos no serán de turismo. Pero eso... para otro post.
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6 Comentarios
Eeeeesto sí que me motiva a ir a la India. Has captado mi atención cuando has empezado diciendo que Mumbai te hacía comprender a la gente que dice que la India no le gusta :P Jaipur, efectivamente, tiene pinta de que sí me gustaría, y mucho. Eso sí! En España tenemos sitios de calibre parejo cuanto menos, véase La Alhambra, o la Catedral de Toledo, que me dejó tó loco. Lo que pasa es que estamos ya tan hartos del cristianismo que... nos aburre más, supongo.
ResponderEliminarJajajajaja, puede ser. La Alhambra son palabras mayores, todo sea dicho... pero vamos, ya sean iglesias, mezquitas, fuertes o templos... cuando llevas 15 días viéndolos acabas algo "harto".
EliminarPues si algún día me decido a escribir sobre Mumbai (que me costará, y además no tengo apenas fotos), espero no quitarte las ganas de visitar India.
También digo que, antes de ir a India creo que se debe visitar algún otro país del sudeste asiático... para que haya al menos algunas cosas que no choquen tanto.
Vale, antes de India, qué recomiendas? Tailandia-Camboya-Vietnam por ejemplo?
EliminarPero, cuánto tiempo vas a estar, mes y medio? Dos meses? :P
EliminarTailandia es muy fácil, buenas infraestructuras, gente maja y buenos precios. Camboya me enamoró. Vietnam...meh. No ha sido mi favorito.
Empieza por Birmania si quieres, que es una go-za-da
Jaipur.... cada vez más ganas de ir a India :-) Por cierto unas fotos muy bonitas de ese fuerte tan peculiar (al menos para el concepto europeo)
ResponderEliminarJajaja, pues nada, en "futuros viajes", ya sabes ;)
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