"¿A India? ¿Pero no has estado ya?"

"¿A qué vas? Si sólo hay pobreza y suciedad... "

"Sí, será bonita, pero es que tiene tantas cosas malas..."

Pues sí señores (y señoras). Vuelvo a India por segunda vez en dos años.

Y no os voy a negar que todas esas frases que he oído cien mil veces ("Uf... India...") no hayan conseguido abrir un hueco a la incertidumbre y miedo en mi cabeza.

Porque eso es lo que tengo. Una mezcla de ilusión y miedo.

Que no es bonita India dicen... preciosa es. Y esa es la idea con la que quiero ir, la India que quiero volver a ver.



La India de coloridos saris (con chaquetas ahora que hace frío) y palacios de cuento.

De templos, de creencias, de tradiciones ancestrales (a veces demasiado ancladas en el pasado).



De fuertes enormes que recorrer de esquina a esquina asombrándome cada vez que atravieso una nueva puerta.

De bailes, de música, de especias, de comidas, de bindis, de sonrisas y hospitalidad.

Pero India tiene también una cara menos amable. La cara de la realidad, porque quizás es lo que es India. Realidad desagradable, de esa que en otros países se intenta tapar, pero allí es tan evidente, tan presente, tan grande (es el segundo país más poblado del mundo) que no se puede obviar.



Tengo muy presente estos días aquel post que escribí al volver de India el verano pasado, "Lo mejor y lo peor de India".

Recuerdo lo intenso que fue. De volverte loco. Sonido, luz, gente... sí, sobretodo sonido. Es imposible abarcar todo lo que ocurre en un instante.

Al final acabas acostumbrándote. Aunque eso no sé si es algo que recuerdo... o algo que quiero recordar.



Vamos a hacer lo que llaman "norte de India", aunque para mi el norte sería "más al norte" (Risikesh, Leh, Amritsar...).

Aterrizaremos en Delhi, capital del país. Cuánto he oído hablar del templo Sij de Delhi... desde allí visitaremos Bikaner, el Rajasthan más auténtico (qué poco me gusta la palabra "auténtico). En medio del desierto del Thar, árida, ciudad de maharajas, con su fuerte y sus havelis.

Udaipur, con su lago Pichola en el cual se encuentra un antiguo palacio (ahora hotel). Antigua capital del reino Mewar... la "Venecia India", dicen.


Jodhpur, la ciudad azul, con sus fuertes, palacios y templos.

Jaipur, ay, Jaipur. Si no fuera por Jaipur, no volvía a India.

Y, Agra. Me hace una ilusión tremenda conocer el Taj Mahal, creo que desde que de niña tomaba prestado en la biblioteca el libro de "Las Mil y una Noches" he querido ver el Taj Mahal.



Aunque voy a confesar que después de no ver la Gran Muralla en China, no ver el Taj Mahal (por segunda vez) en India no me preocupa.

Porque volveré a India.

Porque vuelvo porque me quedó mucho pendiente.

Porque quedando cosas pendientes, tendré excusa para volver de nuevo.

Y tú, ¿volverías a India?


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