Tailandia, 11 de julio (miércoles) de 2012: Koh Tao y Koh Nagyuan.


A las 6:30 AM nos recoge una furgoneta en la salida de nuestro hotel. Van otras 6 personas más montadas dentro. Nos lleva al muelle de la Lomprayah, que es la compañía con la que hacemos la excursión (y también es la compañía que tiene los ferrys de Samui a Panghan y a Koh Tao).

Llegamos de los primeros, y pasamos por “facturación”. Dejamos los papeles, nos ponen una pegatina en la camiseta que pone “57”, una cinta en la mano de color verde (eramos el green team) y nos sueltan en el descampado que hay a tomar un light breakfast. Zumo y cruasanes, para el que quiera. Esperamos mientras vemos en una megapantalla plana Harry potter (repito, un descampao con un tejadillo y una tienda, y colgada de un poste, una tele de plasma de 47 pulgadas mínimo).



A las 8 llega el catamarán donde vamos subiendo todos, pegatinas de mil colores… resulta que es el mismo ferry que hace el recorrido por las islas.


Cuando llegamos a Koh Nangyuan (una isla por cerca de Koh Tao) nos bajamos con nuestros monitores-guías. Y viene otro barco mas viejo a recogernos. 

Los 20 minutos que se tarda en llegar a Koh Tao los emplean en contarnos las reglas:
1) Si matas un pez, te matamos a ti.
2) Si matas un coral, te matamos a ti.
3) Esas dos normas anteriores se resumen en un: equilibrar la balanza.
4) Si necesitáis algo estando en el agua, gritad "help!" bien fuerte.

Llegamos a la cala (sin arena) donde para el barco. Nos dan el chaleco, gafas y tubo, y nos lanzan al agua.

Son las aguas más cristalinas que he visto en mi vida, y el fondo marino es espectacular. Estamos rodeados de peces y de corales. 




A la hora regresamos al barco, que ya empezaba a estar fría el agua.






Nos sentamos, secamos un poco, y ponemos rumbo a Koh Nagyuan. Esta isla es propiedad privada y tiene unas estrictas normas: no se pueden meter botellas de plástico, ni coger corales, ni entrar en las zonas privadas (refiriéndose al hotel de la isla)


Allí es donde comemos, en un buffet donde casi todo, menos el arroz y la sandía, picaba.

Después de comer tenías tiempo para subir al view point. Unos 10 o 15 minutos subir y otros 10 o 15 bajar. 

La traducción al español serían 15 minutos de escalada y 15 minutos de intentar no caer rodando... escalones, donde los había, de 40 cm de alto. Y si no, por las piedras. Y la vista es bonita... pero tampoco imprescindible.


Al bajar me fui a snorkelear al “japanese garden”, que decían que estaba bien. Y con el agua por las rodillas veias los peces. Eso sí, unos erizos de mar de 20 cm cada pincho… como para ir descalzo. Estuve un poquitín, porque teníamos que marchar.



Esta vez esperamos al catamarán, y nos subimos, atrás, que si no me mareo mucho (dos días después aún tengo el balanceo en la cabeza), y me quedé dormida…. Empiezo a dormir en todos los sitios.

Al llegar a tierra nos trasladan en furgoneta al hotel. Cenamos en una mesa encima de la arena de la playa, con el mar a apenas 5 metros, y un gato rondando la mesa.