Sábado, 9 de Agosto de 2014: Yogyakarta.

Hoy nos hemos levantado sin despertador, a las 7. Ya tengo el ritmo metido en la cabeza y es difícil quitarlo.

Bajamos a desayunar los primeros. El desayuno no está mal, pero las mermeladas son algo raras. Bastante raras. Después de desayunar nos tomamos todo el tiempo del mundo en investigar el hotel, en hacer la maleta lo mejor posible para no deshacerla mucho en Kuala, y a las 9 y cuarto salimos para ver el Palacio del Sultan.

Nada más poner un pie en la calle nos atacan los conductores de los ciclomotorickshaws (creo que el nombre real es becaks) que, además, tienen el nombre del hotel sellado en los laterales. Cogemos uno que va medio a pedales medio a motor por 20mil para ir al Palacio del Sultan.


Ya habíamos leído que no tenía ningún interés. Será por eso que la entrada son 50ctmos de euro. No tiene nada. 



No sé si con un guía mejorará la experiencia, pero vamos.


Encendemos el gps para no perdernos por las callejuelas (no teníamos mapa) y vamos al palacio del agua. Siempre me ha hecho gracia comprobar que cuando busco información del palacio veo la misma foto. Pero es que es lo único que hay. 


Lo más curioso que tiene es que está rodeado de casas de gente local, con sus jardines, sus gallos, y sus pequeños talleres.


Dentro del palacio hay una tienda de batiks (tela pintada). Entramos a ver y al final compramos. Los precios no estaban muy mal, 5 batiks tamaño folio por 18 euros. Pensaba que iban a ser más caros, y la verdad es que los que vi luego efectivamente eran MUCHO más caros.

Callejeamos un poco (casi nos metemos en la casa de una señora, que por señas nos dijo “es por el otro lado!”), y al salir cogemos otro becak para ir a la zona de Prawitoraman, que me habían dicho que había tiendecillas y restaurantes decentes.

El ciclista que llevamos tendrá no sé, 70 años, arrugado y con bastantes cataratas. Le damos propina porque el tio se lo ganó. Incluso aceptamos que nos llevara a una tienda de batiks (donde vimos el proceso de fabricación: Dibujar con lápiz, delinear con cera, teñir, secar, quitar cera, poner cera, segunda capa de tinte, etc), para que se llevara algo de comisión.


Decidimos no coger más becaks que no tuvieran motor.


Una vez en la calle nos ponemos a caminar y está llena de guesthouses y modestos hoteles. Tiendas, ninguna. Vamos al ViaVia restaurante a ver qué tal está y nos sentamos a tomar un agua y un lassi. Es demasiado pronto para comer y no hay nada para hacer. Callejeamos a la paralela y nos vamos.

Al poco encontramos un becak con motor y le decimos que nos lleve al Malioboro Mall. Malioboro es una calle llena de tiendas y puestos, y el Mall es un centro comercial que está cerca de la calle de nuestro hotel. 40mil pide, lo dejo en 35mil. Como va cuesta arriba es más caro. Al final le damos 30 porque no tiene cambio…

Entramos en el Maliobro Mall y no hay mucho. Mucha gente eso sí. Bajamos en dirección al hotel sorteando puestos y cuando llegamos comemos en el restaurante. Un nasi goreng no picante. En serio que no sé si no entienden el “no”. Al final acabé comiendo espaguetis.

Tres cuartos de hora al aeropuerto. Menudo atasco.

Cuando llegamos.. madre qué caos. Es una sala rectangular y en el medio tienen dos filas de mostradores para hacer el checkin. Dejamos las maletas y preguntamos que ahora qué. Me indican una puerta a la izquierda, donde pone “International Departures”. Me acerco, y está cerrada. Hay más gente así como esperando alrededor, pero no me parece raro dado que no hay ninguna otra sala adicional, ni sillas donde sentarse, ni otro lugar donde ponerse que no sea detrás de las colas de facturación.

Le pregunto a un hombre de seguridad, con más pinta de ser del África profunda que de Yogyakarta. “When open?” (señalando a la puerta). “Kalumba Malumba”. “Sorry, what?” Y mientras se golpea el reloj dice “Mulumbala Kalumbala”. “Ah ok, thank you!”.

Ni idea de lo que me ha dicho.

En ese momento oigo la voz de un hombre por detrás de mi “Qué te ha dicho de cuándo abren?” “Pues que Kalumba Malumba” le digo toda triste... "Jajajajaja!". Una pareja española muy maja. Fuimos hasta Kuala juntos.

100mil rupias por persona para salir del país. En el avión nos toca de nuevo separados. Son dos horas y media que me paso casi todas durmiendo.

Cuando llegamos, al KLIA2, tardamos 15 minutos en recorrer la terminal ENTERA (y no hay cintas mecánicas ni nada) y llegar a la zona de inmigración, donde se agolpa todo el mundo. Ni punto de comparación con Denpasar, todo sea dicho. Nos sellan de nuevo los pasaportes, escanean los dedos, recogemos maletas, y al KLIA Ekspress, no sin antes cambiar en el propio aeropuerto las rupias a ringgits.

A las diez y cuarto estamos haciendo el checkin. La habitación debería haber sido de similares características a la de la otra vez (estamos en el Metro Hotel) pero la ventaba que pedí da al pasillo de las habitaciones. Y es más pequeña. Muy raro todo. Pero para una noche nos sirve.

Dejamos todas las cosas tiradas y nos vamos corriendo a KL Sentral (Chamartin). Dos billetes (tokens, que son como monedas de plástico de las ferias) para la parada de KLCC. En 10 minutos llegamos a una parada dentro de un centro comercial que nos toca recorrer vacío y preguntar a ver dónde están las torres, y por fin, salimos.


Son increíbles las Petronas de noche. Pero increíbles de verdad, de no poder dejar de mirarlas. Así como de día no me dicen nada, de noche creo que merecen la pena.


Hacemos fotos e intentamos ir hacia el puente, pero hay una cuerda que pone prohibido el paso: han cerrado el parque. 

Es entonces cuando vemos venir a una pareja de dentro del parque, saliendo. Así que les pregunto que por dónde han entrado. Me dicen que cuando entraron no estaba puesto, pero que había bastante gente en el puente aún… así que después de las horas que eran y habiendo venido expresamente a hacer la foto, saltamos la cuerda y fuimos para allá.

En el puente hay gente, no mucha, pero nos hacen unas fotos, hacemos unas fotos, y viene un poli en moto a decirnos que está cerrado, q nos vayamos. Le pedimos un segundo, hacemos alguna foto más, y nos marchamos.

No nos apetece meternos en el metro tan de noche, asi que cogemos un taxi por 30 ringgits al hotel. Cuando estamos llegando nos dice si es esa la calle, pero vemos un 7eleven y le decimos que nos deje aquí porque vamos al 7eleven de enfrente. “No os preocupéis, que os acerco!”. No había ni 50 metros.


Provisiones en el supermercado y a las doce de la noche estamos entrando en el hotel. Qué palizón de día.