Jueves, 1 de Enero de 2015: El primer día del año en la fría Bruselas

Íbamos a levantarnos tarde, ya que al final el día anterior nos acostamos casi a las dos de la mañana... pero el reloj interno viajero hace que a las ocho y media estemos desayunando.

Aún así no tenemos ninguna prisa hoy. 

Salimos del apartamento y notamos un frío intenso, sin llegar al extremo de Brujas, pero cerca anda... sensación térmica de cuatro bajo cero. Vamos a ir al Atomium, en tranvía mejor que en metro, así al menos vamos viendo Bruselas.

La línea 4 del tranvía pasa por la Bolsa (Bourse). Llegamos. No se ven vías ni cables del tranvía por ningún sitio. No puede ser, si en el mapa pone que pasa por aquí!



Damos varias vueltas por la zona sin encontrar el tranvía, y ya nos dirigimos a la parada de metro para al menos poder llegar en algún medio de transporte... no me lo puedo creer. ¿Que el tranvía se coge subterráneo en esta parada? Puf...

Compramos un billete con 10 viajes, por 14 euros. De otra manera el tranvía costaría 2 euros por persona. Da derecho a un transbordo gratis en la siguiente hora, pero no sabemos cómo hacerlo. Por si acaso no picamos en el segundo metro.

Linea 3 dirección Esplanade. Paramos en Van Praet y en esperamos el siguiente tranvía. Línea 7 dirección Heysel. Bajamos en Centenaire.


Y sin más... estamos en el atomium! Y... esto... ¿qué es? Pues es un átomo de hierro de 100 metros de longitud, que se puede visitar por dentro. Construido para la Expo de 1958. Para visitar alguna de las exposiciones temporales que están en las esferas (no son todas visitables) hay que hacer una cola que rodeaba TODO el atomium, y pagar 11 euros por persona.

Obviamente no entramos. Bueno, sí, a la tienda de recuerdos, porque hacía un frío....


Mucho, pero mucho frío. El viento es lo peor. Así que descartamos ir al parque del Cinquentenaire. Volvemos a coger los dos mismos tranvías pero bajamos una parada antes, en Brouckerie, para ir al Beguinaje.


No tiene nada que ver con el de Brujas.

De ahí, pasamos por la iglesia de Santa Catherine (la del espectáculo de luces y el tiovivo) y poco a poco vamos caminando para el apartamento. Íbamos a haber parado en el libanés pero está cerrado, así que, continuando esta extraña tradición de comer cada día en "un lugar del mundo diferente", elegimos un griego.


Unas pitas de pollo, falafel, y patatas. Y a comer.


Por la tarde bajamos a dar una vuelta por los alrededores de la Grand Place. Bueno, no voy a mentir. Bajamos de compras


Chocolaterías, imanes, y a ver qué más encontrábamos. 


Las chocolaterías están todas abiertas menos Neuhaus, así que esa se queda para mañana.


Hay que empezar a hacer la maleta, así que pronto al apartamento.