Martes, 17 de Febrero de 2015

Vaya, yo pensaba que salía más tarde el avión y no. 

Para volver del centro de Estambul al aeropuerto de Sabiha Gokcen (que de los dos que hay, es el que está más lejos) hay varias opciones:

1) Autobuses Havatas que salen desde Taksim.
2) Vans compartidas que pasan por varios hoteles recogiendo a gente, con unos horarios determinados, no recuerdo si 10 o 12 euros por persona.
3) Transporte privado. En nuestro caso, lo que elegimos. 60 euros la furgoneta.

A las siete menos cuarto de la mañana nos recogen, y en aproximadamente 1 hora llegamos al aeropuerto. 

Aeropuerto de Sabiha Gokcen

Nos acercamos al mostrador para hacer el check-in y pasamos dos controles de rayos X. Damos unas cuantas vueltas, y después de desayunar el sandwich (bocadillo de tomate queso y pepino) que nos han dado en el hotel, nos acercamos al Starbucks a probar si hay wifi.... y no.


Es entonces cuando empieza a nevar... bueno, no queda tanto para que despegue el avión, así que no nos preocupamos mucho.


Decir únicamente que ese día comenzó a nevar y Estambul se llenó de una capa de casi medio metro de nieve... lo cual puede ser bonito para ver, pero para no visitar.

Por comentar algo del vuelo de vuelta: qué susto. Despega el avión y en lugar de dirigirse hacia el oeste, se dirige hacia el norte. Se ve claramente en las pantallas que hay cada 4 filas de asientos. Para muestra, un botón:

Pantallas Pegasus

Deberíamos seguir el recorrido discontinuo.
Claramente... no lo seguimos.
Cuando llega a España, sigue haciendo cosas raras. Yo no sé la ruta que le indicarían, pero anda que no dimos vueltas... ni geodésicas ni leches.

Pantallas Pegasus

Y el aterrizaje... al tercer bote, y el frenazo, tardío y casi en seco.

Pero bueno. La verdad que ahora mismo Pegasus Airlines no está entre mis favoritas.

El avión, mismo modelo que a la ida, pero iban unas 11 filas vacías. 

Pegasus airlines

Como conclusión del viaje, decir que aunque ha sido breve, Estambul acaba de entrar en el top 3 de mis ciudades favoritas:

- Es una ciudad muy bonita (por decirlo claramente, que suena mejor que decir que tiene un gran valor cultural e histórico, lo cual también es cierto).

- Transporte público impecable para moverse por toda la ciudad.

- Gastronomía rica, variada, barata y no picante.

- Y, aunque esto es más subjetivo, me he sentido como en casa la verdad; una mezcla entre ciudad con una cultura totalmente diferente a la que conozco, pero que me hace sentir como si llevara viviendo años en ella.

Volveré, sin lugar a dudas.
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Por cierto, ¿alguien adivina qué ciudad es esta?