5-6 de Julio de 2016 (con algo de retraso, pero la conexión no era muy buena)



Ya estamos otra vez de viaje. Qué sensación de nervios, intranquilidad... el "salir de la zona de confort". ¡Empieza un nueva nueva aventura!

Después de unos cuantos medios de transporte diferentes, llegamos al aeropuerto de Barajas.

Embarcamos en un avión de Turkish Airlines bastante nuevo, de 3x3 columnas, con pantalla individualizada y demás. 




Y al poco de despegar nuestro compañero de fila dice que ha visto atrás un hueco en el pasillo y se va, que no le gusta estar en ventana. De lujo!



Tras 4 horas llegamos a Ataturk, que funciona con total normalidad; está llenísimo de gente. Damos un paseo largo y nos sentamos en una sala (de las de arriba) a esperar el embarque, que se realiza desde la planta de abajo y con autobús.

Este avión ya es más típico, 3x3x3, muchísimo más grande. El plan es muy sencillo: el vuelo dura 5h45 minutos y aterriza en Mumbai a las 4:45. Hay que dormir como sea. Así que sólo me despierto cuando me dan el amenity kit (y ponerme el antifaz para dormir a oscuras) y cuando ponen la comida, que, para ser sincera, estaba ya tan dormida que ni siquiera sé si la pusieron al final o no.



Habré dormido casi 5 horas, a intervalos, pero bueno.

Al aterrizar y salir del avión por el finger, se despierta mi sentido del olfato. 

Huele raro. No mal. Solo raro. No sabría definirlo. Me dicen que es así como huele India. Tiene pinta de que este país me va a gustar.

Recorremos innumerables metros de suelo enmoquetado hasta que llegamos a inmigración, donde vemos un pequeño cartel con la palabra “e-visa”. Esos somos nosotros. Pasamos y nos dicen que rellenemos un papel que dan en la entrada con nuestros datos. Un par de fotos, huellas dactilares, sello y ¡ya estamos en India!

Siguiente paso: recoger las maletas. Sin problemas.

Siguiente: cambiar dinero. La rupia está con el cambio (en internet) de 1€=75 rp. Pregunto en un kiosco que hay en la propia sala de recogida de maletas: “1€, 65 rp!”. “Eh… no, ok, thank you anyway!”. Me doy la vuelta y me llaman “Madame, madame, ok, I change. 1€=68!”.
Venga hombre. ¿También se regatea el cambio? Sigue sin interesarme.

Tenemos que coger un vuelo a las 9:20 en la terminal 1B, a Kochi. Había leído que había buses, así que encuentro a un hombre de seguridad y le pregunto que cómo se va hasta allí. Me dice que facture en el pasillo de la izquierda. Pues nada, entro en ese pasillo y pregunto a una mujer que estaba sola en un mostrador (nada de pensar que no había nadie en el pasillo, porque habría unas 60 personas con maletas y 20 mostradores facturando) que dónde factura spicejet. Y me dice que en la propia terminal 1B. Vuelvo sonriendo a hombre y me dice que “taxi taxi, there, at the end”.

Vaya, así que nos toca cambiar al final dinero. Elegimos un kiosco de cambio y cambiamos 50 euros por 3300 rupias. Un cambio horrible… pero lo necesitamos.
Me dirijo hacia un numeroso grupo de personas que se arremolinan frente a 3 pequeños mostradores de “prepaid taxi”. Pregunto que cuánto por ir a la terminal 1B. 700 rupias. ¿500? (regateo con mi sonrisa más angelical). “No, 700, fixed Price”. Pues vaya.

Nos da un papel y nos dice que sigamos a un hombre que hay ahí en esa multitud. Le seguimos y cuando llegamos al hall del aeropuerto me dice que si veo a ese hombre de rojo que está saludando desde fuera del aeropuerto, a través de la cristalera. “Eh… yes”. “Ok, go with him!”. Y se marcha. Asi que seguimos al hombre de rojo. Al llegar nos saluda y nos dice que le dejemos las maletas a su compañero. Nos vamos nosotros dos, ellos dos, y las dos maletas a un ascensor que está en la calle para bajar dos pisos (estábamos en el seis, y yo pensaba que era el nivel normal!) y nos monta en un coche. Al menos tiene aire acondicionado, y por 700 euros debía ser sin. Quizás funcionó la sonrisa (o quizás el conductor no quería pasar calor).

En 15 minutos nos deja en la terminal 1B, al fin. Para entrar mostramos el resguardo del billete de avión y los pasaportes, y vamos a facturar. Nos pasábamos 2 y 4 kg en cada maleta, y yo ya iba preparada para pagar 100 rupias por cada kilo extra. No nos dicen ni mu, y yo no voy a preguntar por si acaso.

Tras facturar vamos a una cafetería antes de pasar el control para desayunar. 

Consejo: pasad primero el control, dentro hay más cafeterías donde elegir.

Por cierto, que al lado de los mostradores de facturación hay un puesto donde te dan un código para tener acceso ilimitado a wifi del aeropuerto. Tienes que dejar tarjeta de embarque y pasaporte eso sí…. Pero bueno.

El control de acceso a la zona de embarque tiene varias cintas, para hombres y para mujeres. Nos pusimos en la única que había gente, de hombres, y dejamos todo en cajas (mochila, portátil, etc). Nos dice el hombre que lo empujemos para que pase, y cuando voy a pasar yo el arco de seguridad me dice que no, que vaya por el de mujeres. Pero si mis cosas están ya al otro lado! Bueno, no pasa nada, corro mientras no le quito el ojo de encima.



Llego al arco de mujeres y me piden la tarjeta de embarque. Mi tarjeta de embarque está en mi mochila que está tras pasar el arco de hombres. Me dice que vaya a por ella, así que paso el arco de hombres sin pararme mi preguntar, cojo las cajas con mis cosas y vuelvo a pasar por el control de hombres en sentido inverso para irme al de mujeres. Allí ya por fin me escanean y me dejan pasar. ¡Qué odisea más tonta!

Nos sentamos a esperar el siguiente embarque. El vuelo es de SpiceJet y está programado para las 9:20, aunque sale con 20 minutos de retraso. Un frío helador dentro del aparato. No entiendo por qué se empeñan a generar un ambiente gélido en un país tropical.

En la siguiente entrada, la llegada a Kochi, ¡tras 27 horas!