Miércoles, 22 de Agosto de 2018
Madrugamos para ir a recoger el coche de alquiler para recorrer Francia los próximos 5 días.
El coche es un Toyota Yaris con la sorpresa de traer un GPS incluido que nos viene genial para evitar confusiones y discusiones. Salimos del hotel de Blois hacia nuestro primer destino, al cual llegamos en poco más de media hora.
Ya sabéis que desde que he empezado con los posts de París ando un poco en plan abuela cebolletas recordando batallitas.
Cuando yo tenía unos 12-13 años nos fuimos de vacaciones (en coche desde mi ciudad, claro está) a recorrer el valle del Loira en coche. Visitamos varios castillos, pero si hay uno que recuerde con especial cariño y adoración es el castillo de Chambord.
Y os voy a contar por qué el castillo de Chambord es el mejor.
Motivos por los que es mi favorito:
1) Es enorme. De hecho es el castillo más grande del Loira. 440 habitaciones, 365 chimeneas, 84 escaleras...
2) Dicen que Leonardo da Vinci estuvo involucrado en la construcción del palacio (que realmente se utilizó como una residencia de recreo-pabellón de caza y no como residencia real). Ah, me encanta Leonardo da Vinci. Qué genio de hombre.
3) La escalera central de doble hélice es una auténtica pa-sa-da y obra maestra del renacimiento francés. Eso de que dos personas puedan subir por el mismo espacio sin verse me dejó alucinada a mis 12 años de edad (y es una hélice, otra superficie que me parece mágica).
4) Los remates en las terrazas y la cantidad de detalles que sobrecargan las partes más altas del edificio lo hacen único y diferente al resto de castillos del Loira.
Y que no hacen falta más razones por las cuales el castillo de Chambord es mi favorito.
Estuvimos más de dos horas y media recorriendo el castillo por dentro y por fuera, y la verdad es que no me canso.
En una de las salas encontré un documental (subtitulado en varios idiomas) sobre la distribución de la planta del castillo y la misteriosa forma de aspa que tiene su pabellón central (que de hecho iba a ser la única construcción, aunque posteriormente la ampliaron con dos alas) la cual provoca que al rotar dicho pabellón central 90º la planta del edificio siga siendo idéntica y coincidiendo todos los pasillos y puertas y de todo.
De la simetría de su planta ya no hablamos que me emociono.
Sí, durante varios años quise ser arquitecta y uno de los motivos fue la visita a Chambord, el mejor castillo del Loira... o al menos el castillo más perfecto del Loira.
Una vez dada por finalizada esta visita, pusimos rumbo a Cheverny mientras buscábamos algún sitio donde comprar pan para hacernos un bocadillo.
Es algo que me alucinó de Francia siendo bien pequeña y que me volvió a alucinar en este viaje: ¡no hay vida en la calle! Ni gente, ni bares abiertos, ni supermercados ni panaderías ni... ¡nada! Tuvimos que desviarnos por dos pueblos hasta que en uno encontramos un bar que tenía buffet libre en el que pudimos comer algo. Obviamente dicho bar estaba haciendo el agosto; estaba repleto de turistas, ya que los otros 2 que había en la plaza del pueblo estaban cerrados. ¡Estos franceses no tienen visión de negocio en absoluto!
A las 15 llegábamos al castillo de Cheverny. Desde fuera no parecía que hubiera mucha gente dentro (ya veis las fotos, si no aparece nadie) pero justo fuimos a acceder al castillo en el mismo momento en el que unas 15 personas llegaban a la puerta.
Que diréis: 15 minutos no es tanto. ¡Uy que no! A plena solana, después de comer, casi 20 minutos de espera para llegar y encontrarnos que aquello parece el Corte Inglés el primer día de rebajas.
¡Que había cola para subir las escaleras!
Me enfadé mucho, muchísimo. Se junta el turismo veraniego (que somos muchos) con el excesivo calor en el interior de Cheverny, con la sensación de tener que ir viendo las dependencias a un ritmo impuesto a saberse por quién (porque íbamos todos como borregos caminando) y por supuesto al guirigay que se prepara ante la falta de educación y paciencia de mucha gente...
Recordaba otra visita que hice también en modo borrego, todos en cola: hace dos veranos en el castillo de Nijo en Japón. En aquella visita, en la que todos avanzábamos a la par por el recorrido marcado no había ningún tipo de contacto con nadie y el silencio era tal que se escuchaba el famoso suelo de ruiseñor. Igualito que en Cheverny oye...
Es un castillo propiedad privada de una familia de "ricos franceses" y aunque es un palacete pequeño su principal atractivo reside en la decoración interior, posiblemente la mejor de todos los castillos del Loira.
Si por casualidad la fachada del castillo de Cheverny os recuerda a algo pero no sabéis a qué, ya os lo digo yo: en él se inspiró Hergé para crear el castillo de Moulinsart, residencia del capitán Haddock, personaje de los comics de Tintín.
En una hora habíamos terminado la visita y recorrido parte de los jardines (que tampoco tienen mayor interés, todo sea dicho).
Tras estas dos visitas regresamos en nuestro flamante coche al hotel de Blois, para buscar algo para cenar y hacer las maletas, que mañana cambiamos de ciudad.
Madrugamos para ir a recoger el coche de alquiler para recorrer Francia los próximos 5 días.
El coche es un Toyota Yaris con la sorpresa de traer un GPS incluido que nos viene genial para evitar confusiones y discusiones. Salimos del hotel de Blois hacia nuestro primer destino, al cual llegamos en poco más de media hora.
Castillo de Chambord, el mejor castillo del Loira
Ya sabéis que desde que he empezado con los posts de París ando un poco en plan abuela cebolletas recordando batallitas.
Cuando yo tenía unos 12-13 años nos fuimos de vacaciones (en coche desde mi ciudad, claro está) a recorrer el valle del Loira en coche. Visitamos varios castillos, pero si hay uno que recuerde con especial cariño y adoración es el castillo de Chambord.
Y os voy a contar por qué el castillo de Chambord es el mejor.
Motivos por los que es mi favorito:
1) Es enorme. De hecho es el castillo más grande del Loira. 440 habitaciones, 365 chimeneas, 84 escaleras...
2) Dicen que Leonardo da Vinci estuvo involucrado en la construcción del palacio (que realmente se utilizó como una residencia de recreo-pabellón de caza y no como residencia real). Ah, me encanta Leonardo da Vinci. Qué genio de hombre.
3) La escalera central de doble hélice es una auténtica pa-sa-da y obra maestra del renacimiento francés. Eso de que dos personas puedan subir por el mismo espacio sin verse me dejó alucinada a mis 12 años de edad (y es una hélice, otra superficie que me parece mágica).
4) Los remates en las terrazas y la cantidad de detalles que sobrecargan las partes más altas del edificio lo hacen único y diferente al resto de castillos del Loira.
Y que no hacen falta más razones por las cuales el castillo de Chambord es mi favorito.
Estuvimos más de dos horas y media recorriendo el castillo por dentro y por fuera, y la verdad es que no me canso.
En una de las salas encontré un documental (subtitulado en varios idiomas) sobre la distribución de la planta del castillo y la misteriosa forma de aspa que tiene su pabellón central (que de hecho iba a ser la única construcción, aunque posteriormente la ampliaron con dos alas) la cual provoca que al rotar dicho pabellón central 90º la planta del edificio siga siendo idéntica y coincidiendo todos los pasillos y puertas y de todo.
De la simetría de su planta ya no hablamos que me emociono.
Sí, durante varios años quise ser arquitecta y uno de los motivos fue la visita a Chambord, el mejor castillo del Loira... o al menos el castillo más perfecto del Loira.
Es algo que me alucinó de Francia siendo bien pequeña y que me volvió a alucinar en este viaje: ¡no hay vida en la calle! Ni gente, ni bares abiertos, ni supermercados ni panaderías ni... ¡nada! Tuvimos que desviarnos por dos pueblos hasta que en uno encontramos un bar que tenía buffet libre en el que pudimos comer algo. Obviamente dicho bar estaba haciendo el agosto; estaba repleto de turistas, ya que los otros 2 que había en la plaza del pueblo estaban cerrados. ¡Estos franceses no tienen visión de negocio en absoluto!
Castillo de Cheverny
A las 15 llegábamos al castillo de Cheverny. Desde fuera no parecía que hubiera mucha gente dentro (ya veis las fotos, si no aparece nadie) pero justo fuimos a acceder al castillo en el mismo momento en el que unas 15 personas llegaban a la puerta.
Que diréis: 15 minutos no es tanto. ¡Uy que no! A plena solana, después de comer, casi 20 minutos de espera para llegar y encontrarnos que aquello parece el Corte Inglés el primer día de rebajas.
¡Que había cola para subir las escaleras!
Me enfadé mucho, muchísimo. Se junta el turismo veraniego (que somos muchos) con el excesivo calor en el interior de Cheverny, con la sensación de tener que ir viendo las dependencias a un ritmo impuesto a saberse por quién (porque íbamos todos como borregos caminando) y por supuesto al guirigay que se prepara ante la falta de educación y paciencia de mucha gente...
Recordaba otra visita que hice también en modo borrego, todos en cola: hace dos veranos en el castillo de Nijo en Japón. En aquella visita, en la que todos avanzábamos a la par por el recorrido marcado no había ningún tipo de contacto con nadie y el silencio era tal que se escuchaba el famoso suelo de ruiseñor. Igualito que en Cheverny oye...
Es un castillo propiedad privada de una familia de "ricos franceses" y aunque es un palacete pequeño su principal atractivo reside en la decoración interior, posiblemente la mejor de todos los castillos del Loira.
Si por casualidad la fachada del castillo de Cheverny os recuerda a algo pero no sabéis a qué, ya os lo digo yo: en él se inspiró Hergé para crear el castillo de Moulinsart, residencia del capitán Haddock, personaje de los comics de Tintín.
En una hora habíamos terminado la visita y recorrido parte de los jardines (que tampoco tienen mayor interés, todo sea dicho).
Tras estas dos visitas regresamos en nuestro flamante coche al hotel de Blois, para buscar algo para cenar y hacer las maletas, que mañana cambiamos de ciudad.
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