Sábado, 13 de Julio de 2013: Lago Inle


Bueno, pues a las nueve menos cinco bajamos y al poco llega That Ning conduciendo el coche de Cho. Lo reconozco porque lleva el plumero hecho de trozos de tela en el maletero.

Nos acerca al embarcadero, que son unos dos minutos en coche, y allí nos indica cuál es nuestro bote. Y desaparece.


El bote…. Es una barca canoa. Levanta no más de medio metro del agua, y en el centro han puesto unas sillas de madera con unos salvavidas pa que te sientes. Tiene un motor con una hélice para avanzar, y ya. Viene con nosotros el boat driver y un chiquillo pequeño, de 15 años, que pensé que era para traducir al inglés pero el niño habla poco y no entiende nada.


El sitio de donde partimos, Nyaungshwe, se encuentra a cinco km y medio del lago, pero hay un rio, o ría, o lo que sea, que pasa por Nyaungshwe y comunica con el lago. El hombre mete quinta, pisa a fondo, y a los 5 o 10 minutos llegamos al lago, que es enorme. Vale que no sea yo de lagos, pero jamás había visto algo tan grande. 


Una de las cosas más curiosas del lago es la manera de remar que tienen los pescadores de la tribu de Inle, los Intha: se ponen de pie en un extremo de la barca, enrollan el remo con la pierna, y reman con ella, dejando los brazos libres para poder echar las redes etc.



Después de una hora y cuarto en barca llegamos a Indein. Hoy era día de mercado, aunque ya quedaba poco… 


Seguimos a unos cuantos turistas con guía a través del mercado y las callejuelas para poder llegar hasta la Shwe Inn Thein Paya, una pagoda a la que hay que acceder por una larga fila de cómodos escalones, rodeada de 1054 estupas, casi todas derruidas o en muy mal estado de conservación. El paseo hasta la parte de arriba, donde hay un buda grande de color negro, está flanqueado por dos filas de puestecillos con souvenirs. 


Tardamos una hora y muy poco en hacer la visita (el chiquillo nos dijo que una hora… y fuimos casi corriendo!), nos montamos en la barca y fuimos a ver a las mujeres de cuello largo, de la tribu padaung. Estaban tejiendo en una tienda. 


Eran las 12 así que nos fuimos a comer al Shwe Yamin Restaurant. El sitio más caro donde he comido en Birmania. Y con la ración más pequeña (me la acabé y todo…). Allí nos encontramos con el grupo de franceses de todos los días.

Tras eso, hablamos con el chiquillo para ver dónde íbamos a ir. Que yo quería floating market y el chaval no entendía lo que decía. “yes yes, after”. “Floating market?” “oh, no floating”. Decídete chaval.

Total, que cogemos a uno de los camareros de traductor, y nos dice que el floating market fue antesdeayer (cuando llegamos a Inle) y será pasado mañana (cuando nos vamos de inle). Qué casualidad...

Llegamos a Phaung Daw Oo Paya, el templo más importante de toda la zona. Aparcamos en un lateral, y nos toca dejar zapatos y calcetines en la barca e ir caminando por la tierra-maleza hasta el templo. 


Supuestamente arriba, en el templo, hay 5 imágenes de buda. Y digo supuestamente porque la gente compra láminas pequeñas de pan de oro en el templo y se las pega al buda, y ahora mismo parecen 5 patatas gigantes doradas. Y, ojo, que las mujeres no pueden subir al tablao donde están los budas. Pues ahora voy y no pongo pan de oro. Ale.


Damos las dos vueltas de rigor, una por dentro y una por fuera, y al bajar damos otra por debajo del templo, que lo han llenado de puestecillos de ropa, souvenirs y machetes y cuchillos (verídico eh).

Vemos también una barca con forma de hintha, que la deben sacar sólo cuando son fiestas. Y nos marchamos, no sin antes encontrarnos de nuevo con los franceses.

Nos ofrecen ver un telar, y allá que vamos. Aquí hacen telas con la seda o lo que sea que sacan de los tallos del loto. Un fular cuesta 75 euros. Los telares obviamente son artesanales, y los pedales están hechos con bambú. Usan el bambú para todo. Vemos tejer el loto, la seda de gusano (que no vegetal) y algodón. También la tienda, pero era demasiado caro todo. Y nos quedamos un rato esperando a que nuestro barquero acabara de jugar una partida de una especie de billar mezclado con las mesas de hockey sobre aire de las salas recreativas. En una mesa hecha con un trozo de madera, un metro de largo por uno de ancho, a la altura del suelo.


Lo siguiente es atravesar el pueblo de (creo) In Phaw Khone, bien despacito.



Es precioso, con las casitas encima de los pilares de madera, todo el agua quieta, se reflejaba el paisaje en el agua. Precioso.

Aquí a los reyes magos les piden barcas en lugar de bicis

Y nos acercamos después a una “fábrica” (handmade) de tabaco. Nos explica cómo lo hacen, todo manual, y los diferentes tipos de tabaco. Lo mezclan con anis, o fresa, o lima… unas cosas muy raras. Pero curioso.


De camino a otro monasterio, pasamos por los “jardines flotantes”. Suena idílico eh? Pues no. Eran un montón de hojas, con algun que otro Jacinto desperdigado, el agua negra negra putrefacta y luego muchas tomateras (flotantes) a los extremos. Además había tráfico y como era demasiado estrecho el canal, no podíamos pasar. Pero bueno. Alguna foto salió de aquello.


Y llegamos a lo que para mí iba a ser la joya de la corona (ya que no había floating market): el monasterio del gato saltarín.

Subimos y en la puerta nos oye hablar un monje, y dice, en español perfecto “una cerveza, por favooor”. Charlamos un poco y nos sentamos con los gatos, pero, mucho jumping cat pero los cat did not jumping. Además, escuálidos. Me dijo el monje que el gatito tenía 5 meses.


5? Con cinco meses mi gato se comía a ese gato. De desayuno.


Y de ahí, volvimos ya para Nyaungshwe. Más despacito, porque la corriente iba en contra y salpicaba más…. A las cinco menos diez aproximadamente llegamos al muelle. Dijimos “bye”, porque como no hablaban inglés… qué más vamos a decir. Y nos fuimos andando al hotel, porque nadie estaba esperándonos.

Al hotel a descansar y a darnos crema a la cara. Menuda abrasada hemos cogido, y repito, de lluvia todo el dia...