Nos presentamos en la estación de tren una fría mañana de invierno sin tener muy claro qué ver en Vitoria.


Lo único que habíamos buscado era la localización de la oficina de turismo, donde pediríamos información sobre qué ver y hacer en la ciudad.

Comenzamos a caminar por la calle que sale de la estación, Eduardo Dato, viendo los edificios y alguna estatua curiosa.





En pocos minutos llegamos a la Plaza de la Virgen Blanca, con la Iglesia de San Miguel Arcángel al fondo, el monumento a la batalla de Vitoria, y el jardín vertical-estatua (no sé ni cómo llamarlo) con las famosas letras de Vitoria - Gasteiz.

A la derecha sale una calle que da acceso a una plaza porticada, llamada Plaza de España, donde además del ayuntamiento se encuentra la oficina de información y turismo. Amablemente nos informaron de lo más relevante para ver en Vitoria, todo señalado en un mapa. Y también cogimos uno de autobuses, por si acaso.


Comenzamos a caminar por la calle Cuchillerías, que estaba vacía a esas horas.


Tras varias paradas para hacer fotos, llegamos a la Catedral Santa María, también conocida como Catedral vieja, visitable sólo bajo reserva anticipada, debido, creo, a que está en obras.


En la plaza de la Burullería nos encontramos con este edificio tan bonito, o bueno, al menos a mi me encantó.


Caminamos de vuelta por alguna calle paralela a por la que habíamos subido hasta la iglesia de San Pedro, abierta y de entrada gratuita.


Por cierto, que una cosa que me ha sorprendido y encantado de Vitoria son las rampas mecánicas que tienen en varias escaleras, para evitar subir las cuestas. ¡Detrás de la catedral vieja incluso encontramos un ascensor!


Paramos en el centro cultural Montehermoso, ubicado en un palacio renacentista, aunque no había mucho que hacer.

Estuvimos viendo las murallas, o, lo poco que queda de ellas, muy cerca del centro cultural.

 

Por cierto, que en lo alto de la Cuesta de San Vicente hay una pequeña plazoleta y mirador, justo al lado del Palacio de Villa Suso, bastante bonito.


Volvimos a pasar por la plaza de la Virgen Blanca, donde ahora sí hay mucha gente, y nos dirigimos a la Catedral Nueva.


La catedral (llamada Catedral de María Inmaculada) me recordó por fuera a la de Gante. No me preguntéis por qué...

Entramos y dimos una vuelta. En su interior albergaba una exposición a la que no entramos.


Desde la catedral parte un camino, o vía verde, por la que dar un agradable paseo en primavera. Como no era primavera y de hecho hacía mucho frío, decidimos poner punto y final a nuestra visita por la ciudad.


Recuerdo, por si alguien no sabe, que Vitoria se llevó en 2012 el premio a la Capital Verde Europea... así que aunque el paseo se hacía muy apetecible, la pereza que producía el frío nos hizo dejarlo para una próxima visita.



El imán que compré, por cierto, es este.



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